lunes, 16 de enero de 2012

Érase una vez la historia de Tiempo, alguien que no sabe cómo vivir pensando en el que vendrá, efímero, campeón de la velocidad.
Tiempo, era alguien que había siempre tenido una vida en la que se encargaba de poner cerrojos, creyéndose que jamás nada ni nadie iba a rasgar esas vestiduras, una especie de poder divino que se encargaba de desgastar monedas, dejando siempre el ticket de los despropósitos que se cobraba. Su presencia era innegable para el resto del mundo creyéndose un gran escritor ya que siempre encontraba el final para todo, dominador de las contraportadas. Ego y alter ego dentro de la misma persona.

Pero una noche, Tiempo dormía plácidamente cuando su reloj interno se sobresaltó, alguien estaba empezando a interpretar su mecanismo ilegible, se levanta sobresaltado de la cama preocupado en que ostias estaba pasando. Va corriendo hasta su mesa donde estaba su bola de cristal desde la que observaba todo lo que estaba pasando. En ella, ve a dos personas, inconscientes a los efectos que sus actos levantan, ateos del mañana, sabiendo que ese día valía para ellos muchísimo más que un gran números de mañanas. Ellos dos, en secreto, habían ido aprendiendo a tener todo siempre en carne viva, manejando en su propio lenguaje el porvenir, sabiendo como nadie el peso del presente sin pasar un sólo instante deteniéndose en pasados ni futuros. Eso enfurecía a Tiempo, nadie podía ser más que él, no podían manejarlo, tenía todo siempre atado y bien cogido. Un segundo que llevaba a un minuto, acumulándose en horas que marcan los días.

Querían ser dueños de cada minuto, dejando que se vayan sucediendo en un ritmo propio, nada de medidas habituales de 60 segundos. Y lo mejor de todo, es que lo estaban consiguiendo, no sólo engañarlo, si no jugando a ser los nuevos señores del reloj. No sabían ni de inviernos, ni de primaveras, ni de nada, sólo entendían los gestos del otro, cada movimiento, cada sonrisa irrefrenable cuando estaban frente con frente. Siempre estaba todo de punta en blanco, con preciosas flores radiantes en los alféizares de sus pestañas.

Tiempo, no se lo podía creer, estaba muy enfadado con lo que estaba viendo. Así que empujo al sol por el horizonte y escupió una mañana, a ver cómo esquivan esta bala pensaba... No tenía ni idea de con quiénes estaba tratando. Acataron la decisión del tiempo de puertas para afuera, engañando de la manera más maravillosa, intercalando detalles para volver a vivir esos instantes únicos. Una cámara de fotos fue el hilo del que tirar para que comenzase la jugarreta que le tenían preparada, ese utensilio que tan poco gustaba a Tiempo, porque dejaba perpetuo lo que él se encargaba de ir arrancando. Ella se marchó con su pelo al viento diciendo adiós mientras le guiñaba un ojo.

Tiempo, contento a la vez que tranquilo de que todavía sus secretos iban a estar a buen recaudo, se acomodó otra vez en su cama. Estaba tan cansado de lo que había tenido que hacer esa noche que para él parecía tan como las otras para desequilibrar a esos ilusos, que cayó rendido y no escucho ni el más ligero sonido que ocurría en su casa. Ni se entero cuando ellos dos entraron en su habitación, reaccionando sólo cuando sintió los grilletes en sus manos, un trapo en su boca y los ojos vendados. No sabía donde lo estaban  llevando, sólo que estaba siendo secuestrado y lo peor de todo que no podía hacer absolutamente nada para remediarlo. Estaba ardiendo de ira, ya que solamente oía carcajadas, frases cómplices y besuqueo que ya estaba metido en sus entrañas e iba a ser su música de cabecera por mucho tiempo parecía.

Llegan al lugar que había visto desde su bola de cristal, nunca había salido de su casa, para que nadie descubriese que pasaba cuando él apretaba los botones. Lo sentaron en una silla y lo ataron, dejándolo ahí sólo mientras ellos se marcharon. No sabe cuánto rato estuvo así Tiempo, hasta que volvieron de vuelta, quitándole los amarros de la cara para que los pudiese ver. Ahí estaban los que habían destruido todo lo que él había estado dirigiendo sin oposición. Los miró y eso aún lo desconcertó más si cabía, estaban sonriendo, agarrados de la mano. Era un rehén de dos locos. Cuanto menos preocupante. Tiempo entonces decidió preguntarles que si alguna vez lo iban a dejar en libertad. Ellos, como sabiendo que esa pregunta llegaría respondieron a coro: Sí, claro que sí, sin embargo no te vas a ir de rositas.

La cosa estaba cada vez más fea, sabía que sí, que iba a escapar pero no en qué condiciones. Se volvieron a marchar volviendo después de otro rato, unos momentos que los usó a modo de reflexión: ¿qué estaría dispuesto a dar para recuperar su libertad? Sabía que tenían la sartén por el mango y que iba a tener que ceder y parecía que no poco. Ellos, de vuelta, comienzan a exponerle lo que vale ser libre. Fueron cortos y concisos explicando. Querían que cada vez que ellos estuviesen juntos, Tiempo no ejerciese su poder con ellos, los dejase a los dos campando a sus anchas hasta que otra vez se volviesen a separar. Parecía realmente fácil para él hacer eso, esperaba algo mucho peor, sin embargo, tenía que dejar de hacer su trabajo con ellos y tenía que aceptarlo si no nunca saldría de allí. Valoró lo que esos dos estaban haciendo, podían estar siempre juntos sin que nada lo evitase, pero querían que todo llevase su continuo flujo. Sólo querían su pasividad cuando estaban  juntos.

-Sí, acepto, acepto, pero por favor soltadme.-respondió Tiempo a los términos del contrato.

Lo soltaron como había prometido escapando hacia su casa otra vez, pensando únicamente por el camino que estarían haciendo ellos en ese rato, síndrome de Estocolmo, tenía ya cariño a sus raptores. Comienza a observar su bola de cristal cuando ve que se están besando, abrazándose fuerte cumpliendo ellos también el trato, despidiéndose con un hasta luego, con sonrisas de oreja a oreja sin ver ni una sola lágrima en esa despedida como Tiempo había estado acostumbrado a ver durante toda su vida. Sabían que cuando quisiesen iban a tener esos momentos donde todo se para y sólo se mueven ellos.

Apartó su bola de cristal, reflexionando y por primera vez en su vida sonriendo. Qué valor tenían esos dos para haber hecho lo que habían  hecho. Tenían un trato y él lo iba a cumplir. Se creía la torre más alta de una ciudad llena de rascacielos que nunca nadie se había atrevido a zarandear, le temían, hasta ese día. Chasquido de dedos, la luna salta al estrado y comenzará con su exposición sin replicar a su ritmo habitual. Ellos ya separados, habían dado una auténtica lección de coraje, valentía y cariño.

Tiempo, necesitaba verlos una última vez antes de irse a dormir, miró en su bola como estaban, ambos en sus cama, formando imágenes superpuestas, sonriendo, viendo en sus rostros dormidos seguridad, felicidad y libertad, porque entonces comprendió que realmente no había sido él el liberado, habían sido ellos, que por fin eran libres para estar al lado del otro cuando quisiesen.

Era momento de dormir, él también sonriente y satisfecho se echó en su cama habiendo recibido una gran moraleja de la locura de esos dos: "Nada te para cuando el corazón manda".

martes, 3 de enero de 2012

Buscando mi destino, viviendo en diferido.

Introducción:

Un otoño al demonio se presentó, fue cuando el arbolito se deshojó. Mientras tanto pasan las horas, sueño que despierto a su vera, me pregunto si estara sola y ando dentro de una hoguera.
Me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor.

Primer Movimiento: El Sueño

De andar desorientado voy cayendo en picado, es igual que un mal sueño.Si no te vuelvo a ver, no quiero despertar; la realidad no me abandona. Busco un mundo mejor y escarbo en un cajón por si aparece entre mis cosas.
La vida es roja si te vas y me derrota igual que en los sueños, me olvido y ya no se qué hacer no dejo de correr, como en sueños. 

Segundo Movimiento: Lo de Fuera

Se acabó, el odio me arrolló la razón,y ahora estoy en guerra contra mí alrededor, no me hace falta ningún motivo, y es que soy maestro de la contradicción Y experto de romper lo prohibido, Necesito saber Si miro alrededor no puedo comprender, me da pereza. dime tu nombre Si hay algún escalón, para mí un tropezón, voy de cabeza. de dónde sale el sol Tuya es la habitación para que vuelva por naturaleza. y de qué se esconde. Vente a la sombra, amor que yo te espero, que tengo el corazón aquí con bien deshielo, donde su recuerdo se me clava entre las cejas. Sueño que empieza otra canción, vivo en el eco de su voz, entretenido sigo la estela de su olor que me susurra vámonos, vente conmigo. 

Tercer Movimiento: Lo de Dentro

Sin patria ni bandera, ahora vivo a mi manera. Y es que me siento extranjero fuera de tus agujeros. Miente el carné de identidad, tu culo es mi localidad. Miente el destino para hacer que no te vuelva a ver. Miente, si dice no me miente, si dice si me miente y si calla tambien miente. Dice que yo ya no te espero. Un cabrón, un embustero es, mi corazón te miente. 
Viento, me pongo en movimiento y hago crecer las olas del mar que tienes dentro. Tiempo, devuélveme el momento, quiero pasar las horas nadando mar adentro. Y revolcarme por el suelo, para empezar todo de cero.
Ya voy volando y derechito de cabeza, sí, vuelven a salir chorros de la naturaleza. Caigo derechito derechito de cabeza, sí, vivo derribando derribando las barreras. Dicen que mi vida es un exceso, y yo me vendo solo por un beso. Y que voy a hacer, si vivo a cada hora, esclavo de la intensidad , vivo de la necesidad.
Se volvió a gusano mariposa cansada de volar y no poder. A arrastrarse al fondo de las cosas a ver si dentro puede comprender.

Cuarto Movimiento: La Realidad

Agazapado espero como un alacrán, bajo las piedras escondido. Porque a la vida era lo único que le da sentido.Y me busco en la memoria el rincón donde perdí la razon, y la encuentro donde se me perdió cuando dijiste que no. Me hice un barquito de papel para irte a ver, se hundió por culpa del rocío. No me preguntes cómo vamos a cruzar el río.Sin ser, me vuelvo duro como una roca si no puedo acercarme ni oír los versos que me dicta esa boca. Y ahora que ya no hay nada, ni dar la parte de dar que a mí me toca, por eso no he dejado de andar. Para contarte que quisiera ser un perro y olisquearte. Vivir como animal que no se altera tumbado al sol lamiéndose la breva. Sin la necesidad de preguntarse si vengativos dioses nos condenarán. 

Coda Flamenca: La Otra Realidad

Por verme amado de ella por todo el dia mañana en perder la vida consentiria, En el hueco del eco de su voz vive el eje que desapareció agarrados del aire viviremos no me importa donde vamos apretame bien la mano. Arrancate a cantar y dame algun motivo para decirle al sol que sigo estando vivo. Y que si la condeno por un beso, y que si necesito respirar, y el tiempo no pasará y el tiempo se parará el viento se parara donde nunca pasa nada.

¿Cómo quieres que escriba una canción? Si a tu lado no hay reivindicación.