viernes, 28 de enero de 2011

Aquellas cosas que solíamos hacer

¿Qué pasa cuando en la vida tropiezas luchando por tu sueño? Que no te quedan más pelotas que seguir luchando por él.

Una serie de problemas, cúmulos penitentes son los que le hacen a ella elegir un destino, un camino que sería temporal, preparando una venganza contra lo que salió mal. Te metes a unos estudios que no son tu fuerte, matas por el periódico de la mañana y leer columnas de contraportadas, mientras todos los demás se "divierten" o al menos ven sentido a ecuaciones o leyes.

Pero el problema es cuando estás en punto muerto, que te das cuenta que no vas para delante ni para detrás, te aferras a tus ideales que superan a los de cualquiera. Y te metes en una partida de parchís, te pides el color amarillo y buscas tres compañeros de juego que por ser como eres no tardas en encontrar. Una preciosa picolina, un bailarín de las sonrisas y un bufón que se mofa de sí mismo. Cada uno coge sus 4 fichas y empieza la partida.

Borracha a calimotxo, cogiendo un autobús a altas horas de la madrugada, vas perdiendo poco a poco fichas descubriendo que esto es un jodido desfile hacia la amargura. Aunque por contra siempre tendrás esta historia que ya tiene un denominador común con toda tu vida.

Y pasará el tiempo, y nos verás a los tres con la amistad como bandera. Ahora nos dejas más solos que nada, nos vas a hacer rebobinar momentos de clase para que nunca nos quedemos sin tenerte a nuestro lado. Sabemos que hemos sido lo único que te ataba a esta pesadilla que estabas viviendo, pero hemos aportado lo que hemos podido para hacértela más llevadera.

Ánimo y siempre ánimo, no es tarde para coger el tren. Ya has vivido la cruda realidad de ver truncados tus deseos, de que te coman tu ficha del parchís y los demás avancen 20 casillas y tu vuelvas a casa. No vamos a cambiar ni un solo minuto, y lo que ayer soñabas, tiene que convertirse hoy en realidad. No mires más para atrás y sonríe sin trampas ni cartón dejando atrás los sueños rotos. Móntate en tu furgoneta o en tu autobús y vuelve a empezar. Que triste es ésto, pero no mires más para atrás.

Cuando estés en otro lugar viviendo tu auténtica vida, orgullosa de haber luchado por tus sueños, recuerda que siempre estará ella agobiada y cansada de nosotros que somos 2 pesados, y de nosotros si tienes también tiempo.

Siempre tendrás abiertas las puertas de nuestras casas, esperándote pizzas de sabores riquísimos, mini planchas que por cierto aún te debo y mil y un momentos más de carcajadas ilimitadas que todavía nos queda por vivir.

Porque quiero que llegue un día que yo coja el Público, y cuando voy camino de mi pueblo o de mi ciudad, leer tu artículo diario y emocionarme al leer tu blog. Por mucho que ahora la nostalgia nos aborde, tu sueño ya es nuestro sueño. Eres parte de nosotros y tu futuro y nuestro futuro.

Nuestro corazones tienen 130 puertas
y como callar es morir,
que están en la plaza del querer
donde están todas las bombillas fundidas
y solo tu sonrisa hacia nosotros las hace renacer.

miércoles, 26 de enero de 2011

Clong, Clong. Año 2030.
Chicos, os voy a contar la historia de como conocí a vuestra madre.

Todo comenzó cuando llegué a la Universidad...

(Falta de tiempo para completar)

sábado, 22 de enero de 2011

Música de Palabras. Os preguntaréis el por qué de ese nombre de blog.
Para mí, la música es el lenguaje por antonomasia, cada corchea, cada sostenido es una letra de mi propio abecedario, mi mundo que es elevado por pentagramas.
Y las únicas palabras que expresan música por sí mismas, son las onomatopeyas, que son canciones de la naturaleza que se oyen cuando se calla el mundo y la música se queda.

Ese era el motor de cada nueva entrada. Y el contenido, el deseo que tenía con todas estas palabras olvidadas en la red, que me hacían irme sin heridas a la hora de dormir, pero dejando la puerta abierta para que las mañanas de alguien que todavía no conocía sean las únicas que yo sepa. Porque eso es lo bonito de la música, que tu le pones tu propia imagen y siempre la puedes adaptar a cada situación.

Yo por mi camino siempre voy cantando para ir espantando a las penas. Desde mi trinchera tirándole piedras, contra la última frontera que separe el mar de tu cielo que me enseñe todas tus miradas mañaneras. Iba a utilizar este espacio para encontrar una nube azul en un cielo todo nublado. Para expresar los fandangos de mis sentimientos, buscando aparcamiento, en las fondo de tus pensamientos, quemando mis lamentos y sufrimientos. Siempre me he quedado apoyado en la aduana del cariño, esperando desde que ya he dejado de ser un niño, para que tu vida sea mi razón y tu destino mi corazón.

Un grupo de miradas me han devuelto a la vida, me han devuelto hacia ti. Todas las luces del alba acaban de encenderse. Me he refugiado aquí mientras poco a poco iba haciendo mi equipaje para mudarme a unas manos que ya nunca me van a dejar tirado contra el frío. Ahora que ya sé que esta etapa se ha acabado, se ha terminado con ella el plasmar aquí mis sentimientos porque ahora tengo que transmitirlos a una persona por la que el interior de mi; me da igual si sí o si no, yo controlo la partida, pero con tus ojos no, en ellos dejé la vida y si los pierdo de vista, ¿dónde podré vivir? No puedo perder las llaves de la habitación de tus pupilas. Cojo el tren y voy a ir hasta el final.

He acabado ya pues el puente de rosas, del que todavía hay mucho que decir, de subir muchas cremalleras, de apuntar matrículas de cada día que viva. Inaugurado desde tu boca a mi boca, desde tus pestañas hasta mis entrañas.

El sueño traducido a realidad. La realidad traducida a tu nombre.

viernes, 21 de enero de 2011

Pum, pum, ¿qué pasa cuando te crees dueño de tu destino, que pasas por encima de todo lo que ya está escrito para redactar tu propia historia?

Pasa que una tarde cualquiera, después de estar en un edificio en el que creías que ibas a pasarlo en grande, huyes de allí, te largas, el cierzo te obliga a ir dando tumbos hasta la marquesina donde esperas el autobús que llegará en el momento justo. Te montas ahí, llegas al final del trayecto sin saber que lo eras, te bajas algo más tarde de lo que deberías haber hecho y te deja en el centro de la ciudad, todavía algo lejos de donde vives. Te toca volver a coger otro autobús, porque ya no te apetece ir a la biblioteca, o sí, piensas si quedan más de 4 minutos, en los que el frío aún así te va a revolver las entrañas, me voy a estudiar un poco. Quedaban 6.

Llego allí, busco sitio, me siento y me meto de lleno en un apasionante mundo de números y demás cosas útiles para sacar notazas, pero me aburría soberanamente así que decidí marcharte después de no mucho tiempo allí sentado.

Salgo de ahí adormecido así que voy a mojarme un poco la cara si no me caeré dormido por alguna esquina y decido llamar a una amiga mía. En cuanto pronuncio su nombre, es ese preciso momento, se activa el mecanismo. Alguien de repente se gira, imaginando yo pues que se llamaba igual. Cuelgo a mi amiga urgentemente y me dirijo hacia ella para disculparme, porque aún dentro de mi chulería, y me doy cuenta al instante.

Todas las cosas que he hecho, sólo tenían un punto en común, que yo siempre decidía. Nada me condicionaba, siempre he anhelado más libertad de la que he tenido. He lanzado todo lejos en todos estos días que he vivido. ¿Quién se supone que soy ahora y en que creo después de que mis creencias más profundas se hallan tambaleado?.

Ésta está siendo la actualización que más estoy disfrutando al escribir, porque a mi vida las pequeñas cosas son las que le dan sentido, en este hambre ya no mando yo, ya no puedo decidir que llevarme a la boca o que dejar de 2º plato.

Me dí cuenta, gracias a unos ojos que me traspasaban, de que por mucho que desesperes, que entregues todo para ser luego un documental en diferido, la suerte, el azar o el destino, del que siempre he huido te lleva hacia un lugar, montado en barquitos de papel en los que no me preguntéis como, pero he cruzado todos los recuerdos que tenía. No voy a dejar de acercarme a por ti, quiero seguir escuchando tus palabras, no voy a dejar de andar, animado por compartir nuestro destino, a aspirar a todo, incluso a gritarle al sol que me voy con la luna, que ni el desánimo puede conmigo.

Siempre he dicho que yo en el primer segundo que veo a una chica sé si es humo o fuego dentro de mí. Nunca me había pasado ésto, nunca había sentido el amor o el flechazo como algunos lo llaman.

Pum, Pum. Simple vagabundo de tus miradas, recalcaré tu sonrisa a lo largo de mi almohada.


sábado, 15 de enero de 2011

Argggg, Arggg, Doctor, el paciente se nos va, 100 mg más de amor. ¡¡¡Marchandoo!!!

Si lees ésto, te preguntarás porque estoy así. Todo comienza cuando era un caballo salvaje, buscando a una yegua libre como yo, relinchándole, soltando coces si no la veía. Me enrabietaba de una manera no poder verla... Pero un día alguien le echo los corceles al cuello, invitándola a cenar en el cielo, degustando la mejor ración de los cometas y postres llenos de luceros.

A mi me tocó pillar un taxi, y le daba vueltas a la situación, un sueño que estaba predestinado, estaba por llegar, se desvanece, igual que se desvaneció aquella noche la estrella que siempre me alumbra. Siempre he sido el típico que he disfrutado de mis ilusiones, porque aunque parezca raro, me sobra corazón, pero cuando estás de mierda hasta el cuello, cuando ves que tus bolsillos están plagados de agujeros, y que tus sueños no se cumplen ni teniendo todo, te replanteas que incógnita ha fallado en la ecuación. No pido más de lo que doy, ni me creo nadie para robarte nada de tiempo. Pero noto que mi sangre sigue y sigue hirviendo.

Así que llegué a mi casa, escarbe entre la ropa usada, y saqué mi ordenador, porque como no puedo vivir lo que creo no me queda otra que plasmarlo en palabras. Le di al play a mi violinista del escritorio, oía los acordes. Recuerdo entonces que las cosas más hermosas que había vivido, ahora me decían que no, que las cosas de las que he estado convencido, me sacan la lengua, se ríen en mi cara y hasta eso te quiero que te dije con el corazón en la mano, no era mío, se había marchitado. ¿Me habré saltado alguna estación? ¿Algún capítulo del manual del perfecto amante?

Y cuando comencé a teclear en mi pc las primeras letras, descubrí la tendencia de mis dedos hacia las letras A M O R, que curiosa confabulación estaba presenciando. Entonces caí en el problema, en el dolor de mi alma. Estaba enganchado, necesitaba otra dosis más, anhelaba más sonrisas, más besos, más caricias, más miradas, cogerte de la mano, ponerte una flor entre el pelo. Tengo que volver a por ti.

Sabía que mi tiempo se acababa, mis pulsaciones se aceleraban, se me iba a salir el corazón del pecho, me sangraba la lengua porque quería volver a redescubrir tu carmín. Volví por el camino que ya había andado, rememorando nuestras locuras por esos rincones. Haberte dicho en esos sitios donde solo cabíamos los dos más piropos, no haber plantado a la mitad de nuestra carrera, dejar que tus pasos marquen los míos, que no te marches lejos y que notes mi aliento cuando paremos a descansar. Siendo sincero, siempre acabo perdiendo, pero no hay perdedor que el que se arrepiente de no haber jugado todo lo que tenía, no quiero ser el eco de nuestros besos. Porque creo en tus ojos, y quiero que tu cara de porcelana sea otra vez mi espejo.

Pero amigo, el olvido se ha olvidado de todo. No encuentro los ojos por los que mire para verte, pero no tengo tiempo para pensar, ni para jugar a nada. Necesito que me des la vida otra vez. Ni puta idea de donde estabas. Me desmayo, en una mano, todo lo vivido y en la otra todo mi amor, sin nada que perder. Ya no tengo voz, no me puedo quejar...

Arrggg, Arggg. Señor, tiene usted una visita, parece que la dosis ha dado su efecto. Mi niña, estabas en las patas de mi cama otra vez, noto otra vez la vida dentro de mi, aunque se que el efecto de esta droga no es ilimitado, me levanto, te beso y un nuevo sol por el que luchar volvía a estar creciendo. Te pido permiso para poder pasar cuando quiera, cruzar el mar del olvido y vivir el mundo que siempre había ilusionado contigo. Aunque, para estar siempre enganchado, consumiéndome como un cigarro cuando intento encandilarte, desapareces. Tengo que desentoxicarme, no quiero volver a liar tus miradas en la puerta de un hostal de autopista con un papelillo, para prenderle fuego con tus pechos. Esa es la ruta prohibida. Por tanto, esta dosis se me ha acabado, después de mucho tiempo sin saber de ti, sobredosis de amor cuando ocultas tus verdaderos sentimientos, una viciada sonrisa, tu forma peculiar de amar y de besar.

Un paso más, necesito algo más fuerte, no verme de lo ciego de amor que estoy, porque eso es el amor, una droga, que te crea dependencia de la otra persona, necesitas nuevas dosis, y que tiene su final, cortando las cuerdas de éste juego. ¿Me queda pues otro remedio que traficar con mis te quieros?

lunes, 10 de enero de 2011

Plash, Plash, estoy acostumbrado a cosas en pequeña escala, a ser un personaje de cómic, a bucear en bañeras, tocarme nadar siempre en riachuelos. Así son las cosas, es lo que pasa cuando eres un tipo como todos los demás, aquel al que nadie mira cuando subes al autobús. Pero todo cambia cuando conoces a una persona como tú, que no es favorita en ninguna quiniela, cuando te conozco en algún encuentro lleno de personas como nosotros.

Días fantásticos, multiplicando por cualquier número infinito mi felicidad, a besarnos en habitaciones compartidas, en pleno verano, donde nunca llega el sueño cuando compartimos esas estrechas camas. Eras la princesa que yo deseaba.

Pero esas semanas se acabaron, sin embargo nos prometimos que los inviernos no iban a pasar por nosotros, que nunca íbamos a ser extraños y sobre todo que nuestros besos no lleguen nunca en momentos equivocados, que no podíamos cerrar este círculo. Por contra había problemas: ¿y si olvidabas mis abrazos?
¿Era ésto saltar al vacío? Aunque si no lo hacía probablemente siempre iba a estar retumbando en mi memoria tu ausencia y ésta decisión.

Nos separamos, se abrieron los caminos. Yo aquí, tú a 1700 km. Tu recuerdo era lo único que me mantenía con ganas de despertarme cada mañana, porque era muy jodido querer, amar y desear a alguien y no poderla hacer tuya. Tenía que encontrarte, para conseguir que me volvieses a decir otra vez esas palabras que tanto me gustan cuando salen de tus labios. Sé que he hecho bien, si hubiese seguido con el plan establecido habría perdido mis alas para volar hacia la felicidad, el billete hacia Villa Sonrisas.

Ir viéndonos cada cierto tiempo, hace que todo lo malo cambie a ser bueno. 18 rosas echadas sobre tu cama en lugar de doce uvas. 18 borracheras contigo, 18 corazones bombas, 18 castillos de arena, 13140 horas contigo, 18 duchas de agua helada para recordar tus 18 besos.

Plash, plash, cuando ya andan las ovejitas en mi mente, me pongo el pijama, escondo mis alas en el cajón para no marcharme a verte a mitad de la noche, y lo más importante, mando un besito a tu foto que tengo colgada en el techo para que seas la última persona que vea cuando me duerma y la primera cuando me levante. Me muero de ganas de volver a verte, pirarme contigo a esperar sentados que nos salgan las canas. Cierro los ojos, caigo rendido otro día mas, pero: Tranquila mi niña, sabes que aguantaremos el calor, y que ese sol que hace pasar los días será el que veamos abrazados cada atardecer desnudos desde cualquier lugar de la Toscana. Prometido

sábado, 8 de enero de 2011

Zrrr, Zrrr. Estalla la tormenta, yo parado, estoy mirando al cielo, la lluvia se desliza por mi rostro mojado, gota a gota va acongojando mi sonrisa que ya pedía que cuando yo quisiese arrancábamos, estaba asustada, malherida, así que decidió meterse en su coraza para sólo aparecer cuando un sol mañanero me dirija hacia otra carita abatida por putadas de amor, noqueada por la misma tormenta que me hecho abajo todas mis cuentas.

No quedaban más cojones que olvidar ese momento, huir de ese lugar tan funesto para mí y escapar a una hoguera que calentase mis entrañas y desempolvase mis hilos, prepararme para dormir solo otra vez, más noches en vela por pensar en algo que jamás ha existido, y ahí decidí dejar de ser Romeo soñando con Julieta, a desojar margaritas donde la única opción sea un vidrioso no.

Me visto de superhéroe, a ladrar a todo dios que se me cantee, a rajar corazones, a ir a contracorriente de las poesías de amor, relamiendome los dientes cuando juego con las piedras preciosas de caricias que revolotean como mil mariposas, a entrar derrapando en las familias para hacer que todos mis ex-suegros se intenten desprender de mí. ¡Jodidos anticuados!. Cada vez más animal, más caricatura de lo que he sido, remasterizando las pulsaciones de causas falsas.

Pero después de la tormenta llega la tempestad, salgo al entrar, todo es ya un inadmisible abecedario que no tiene letras, anulando cualquier posible conversación conmigo, deambulando por la calle siendo un bicho raro, un idiota endiablado, confiado en que lo más claro tiende a confundir, a no volver nunca de vuelta, dejando mujeres con el orgasmo entre la espalda y la pared, subirme a los altares de la picardía, a no ser luz de ningún camino, a ser clandestino, hincarme con cada calada en tus venas, ser cada día un color para que nadie me encuentre, hacer mermeladas con lágrimas que todavía no sé por qué han echado por mí.

Horas, días, semanas, meses o quien sabe cuanto tiempo después, de ir follado sin detenerme en represalias, a que todo me toque los huevos, un sonido de los golpes de donde se había escondido lo que pudo haber sido, el humo de mi sonrisa emerge de entre la niebla para darme un puñetazo, transportándome a unos brazos anudados que no me dejan más remedio que mirar a su dueña mientras veo que me ha sacado de mi acostumbrada desdicha, joder, es mi ángel de la guarda, que sin presumir me ha hecho resurgir, me ha hecho volver a sonreir. Me obliga a rebobinar los desorganizados lamentos causados, a enhebrar chupetones, a dejar mi moto estampada contra un supermercado y a detenerme a respetar a la lluvia, a amarla porque me deja limpia el alma, me deja desnudo con mis cualidades y mi sin venir.

Zrrr, Zrrr, la tormenta me llevó a visitar los quehaceres de mis sentimientos, a que los truenos retumben en mis actos. Pero cuando peor estaba la cosa, cuando más me la sudaba todo, mi ángel de la guarda me da el regalo de ir por lugares prohibidos que son donde realmente merezco estar. Estar colgado de mi sonrisa....

miércoles, 5 de enero de 2011

Gulp, Gulp, llegamos al pueblo, donde nos espera un apasionante concierto de acordes rockeros, bañados en las mejores guitarras y marcando el ritmo de la noche unos certeros baquetazos contra nuestras entrañas.

Un puto atasco de ginebra, una serie de líneas rectas, puntos muertos que no dejan ni quemarte por dentro a base de un trago que nos ayuda a dejar abandonado lo que nos preocupa, las prisas por pasar un semáforo, enervado por un domingo más de resaca, aburrido parado delante del abismo del televisor. Pero algo me da que pensar de que el día del Señor, va a ser mi día, voy a ser el auténtico Mesías. No sé si es por la cebada que ya es la sangre de mis venas o por haberte visto en la primera fila, al borde del escenario, sin querer retroceder.

Así que una vez más, se me pasa una vida entera por la cabeza sin ti, y mi instinto me dice que no merecerá así que desnudo a mis miedos, los visto con las galas de mis sueños, de un salto me acerco hacia ti, me llevas al extremo del planeta, me tiro de cabeza, y veo que tus labios están ahí, con los que voy a luchar hasta la campana del final del último asalto, coger un megáfono gritar tu nombre para que todos se enteren que ahora duermo en tu cama y que gracias a ti, me has traído el universo con nada más que un beso.

A las 2 cuando agonizaba el concierto decidí apostar todo mi crédito en un mano con un 1 % de probabilidades de resultar ganadora, porque yo puedo estar borracho pero no me pierdo, voy pasito a pasito, siguiendo el hilo de la felicidad y la euforia, que no me lían ni con espirales ni con probatinas raras. Has hecho que la luna me sepa a regaliz, que no puedo parar de disfrutar de que estés feliz y a no poder dibujarme una vida sin ser tu soldado, a defender la bandera de tus lágrimas y de haber conseguido dejar la conversación silenciosa de mi soledad.

Todo por seguir un puto impulso, a ser imprevisible, a que no me importen podridas consecuencias de mi actos, descolgado de baladas románticas y perseguir lo que no es fácil, a aparcar la ausencia de mi corazón latiendo, a ser el Rey de Corazones, el Capitán Garfio. Pero al fin y al cabo soy un hombre normal, al que le tiemblan las piernas cuando me vuelves a besar.

Amanece el domingo, yo, tumbado en tu cama, o ¿era la mía? ¿Todavía estaba ebrio? ¿Era ésto el principio del fin? Tenía tu recuerdo muy presente, no era posible que la cerveza me hubiese hecho ese flaco favor. Me reincorporo con la resaca en la punta de mi lengua y no reconozco esa habitación, peinada por osos que me devoran con sus miradas. Y como vi que no volvías o que quizás nunca hubieses estado, me dispuse a escribirte una nota, sencilla, escueta, poniendo sólo que quiero volver a escuchar nuestro labios y a repetir las carcajadas que te robé. Me toca marcharme, me visto y me largo.

Gulp, Gulp, llegamos al pueblo, donde nos espera un apasionante concierto de acordes rockeros, bañados en las mejores guitarras y marcando el ritmo de la noche unos certeros baquetazos contra nuestras entrañas. Me coloco en la primera fila y noto una mano en el bolsillo de atrás de mi pantalón, una foto de los dos, me giro y veo que todavía estás ahí, vuelvo a disfrutar de tu roce, comprendo que sólo vas a estar a mi lado cuando el rock suene, cuando los látidos marquen el compás de los dos, cuando los dos escuchemos, sintamos y disfrutemos de música de palabras.

lunes, 3 de enero de 2011

Fsss, Fsss, sopla el viento pero ni por esas mi veleta se inmuta, no marca mi dirección, y no me queda otro remedio que agarrarme a la cola del viento y que éste me lleve donde le venga en gana, que él sea mi destino.

Destino de pasar entre tu pelo, tocar la guitarra del viento de poniente, vivir sin un país, sin una bandera, sin carnet de identidad, pero no dejar pasar la luz del sol para que así siempre sea de noche y poder ser un chico a la moda en cada fragmento del final de la coda.

Bien!! De repente vuelvo a mover los pies, viento y tiempo, que me lleva hacia el mar adentro, me convierte en una barca a la deriva pero que ahora yo quiero vivir a la deriva, vivir cada hora, esconderme en cada esquina, revolcarme entre las nubes, agazapado, acostumbrandome a escapar de la realidad, volverme duro con un diamante sin poderme hincar el diente.

Le doy al play tumbado en mi abismo, me pongo a ver mis recuerdos a tu vera, sabiendo que no volverán, a vivir de un video grabado, obligandome a refundar mi ejército, darle los arcos de cúpido y ponerles a disparar, y el sentido que esas flechas desarrollen, marcará mi camino, establecerá el rumbo hacia un nuevo corazón, un nuevo sentimiento, una nueva canción, a comprender por fin el sentido del vuelo, en conseguir colarme en tu ombligo, a pasear por la avenida de tus labios y meterte en mi viejo abrigo destrozando del viaje sin rumbo.

De puta madre me he vuelto a resucitar cuando mi espíritu estaba apunto de reventar, a no ser vendido ni en un todo a 100. Has conseguido llenar mis entrañas de tu miel y ahora mis soplidos, mi destino recorre tu espalda. Fss, Fsss...

sábado, 1 de enero de 2011

Clón, Clón, Clón, doce campanadas, doce toques musicales en los que todos estamos atentos a seguir escuchando el siguiente y a meternos bien la uva en la boca y no atragantarnos.

Pero, ¿y después? Comienza un nuevo año, 365 días que nos van a deparar nuevas sorpresas, nuevas sonrisas, nuevas lágrimas, nuevas personas, viejos amigos que nunca caducan y una serie de puntos suspensivos en los que no tienes ni puta idea de lo que pasará.

Doce campanadas, dicen los supersticiosos que tienes que pedir un deseo y que no lo tienes que contar, ya que si lo haces, todo se va al carajo. Y yo a cada instante entre badajo y badajo pensaba en que deseo iba a pedir para este 2011. Cuando no sabía si la postura que iba a adoptar para este año iba a ser la de capullo, egoísta, niño bueno o qué, noto la vibración del móvil en el bolsillo, malditos sms navideños, me han echo atragantarme, casi no cumplo las 12 uvas. Pero le doy una tregua, cojo una decimotercera uva, para que cuando me la coma pida el deseo. Sólo el sms puede inferir en mi decisión.

Abro el mensaje, tú me lo has mandado, pero ¡está en blanco! y yo entonces acabo de decidir el deseo, te envio otro sms en blanco, pero está sin escribir porque quiero ir escribiéndolo a lo largo del año con todo lo que vayamos viviendo los dos juntos.

Maldita resaca no paro de oir ese, clón, clón constante que me está percutiendo. Pero es un buen signo que lo oigas, estás vivito y coleando y tienes a alguien que es tu reloj.

Clón, clón...