miércoles, 29 de agosto de 2012


Sabes, mi abuela de pequeño, me regaló un libro de "Buscando a Wally" con unos cuantas dobles páginas en las que buscar al marinerito Lo encontré por todos los lados: aeropuertos, centros comerciales, playas, discoteca, sin embargo no lo encontré en la inmensidad de la ciudad. Nunca.

Te preguntarás ahora a cuento de qué me cuenta ésto ahora, pero todo tiene un por qué. Sabía lo que tenía que buscar: la camiseta a rayas rojas y blancas el gorro con la pelucha en la punta y sus pantalones rojos. Pero aún así ni rastro de él hasta que yo por mi cuenta, cogiendo el toro por los cuernos, compré otra nueva edición de ese libro.

Yendo directo a esas dos páginas me puse a buscar al intrépido de Wally otra vez más, pero esta vez todo fue distinto, lo vi al primer golpe de mirada, ahí, al lado de esa biblioteca, como esperando ser visto y recogido. Me levanté de mi silla emocionado. He encontrado a Wally grité, y ahora, cada vez que abro el libro sé perfectamente donde está.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Las grandes historias no necesitan a ningún príncipe engalanado, ni a ninguna princesa de cartón. No se puede venir así de serie. Lo realmente increíble es que siendo una persona más dentro de los millones que pisamos la misma tierra, un leve gesto de otra persona concreta nos haga sentir por encima de todo. Y todo ésto nos lleva sin saberlo a la vuelta de la esquina. Es como una gran receta, en la que todos los ingredientes tienen su significado, pero sin la idea de que plato quieres cocinar, por mucho ingrediente que tengas nada puedes hacer.

Dentro de este mundo hay una serie de leyes universales, mecanismos imparables que por mucho que nos neguemos a verlos siempre van a estar ahí. Tenemos que aprender a convivir bajo su imponente dictado. Sin embargo, no hay nada más fuerte que la voluntad, esa misma que surge cuando quieres batallar hasta contra lo más intocable de todo. A modo de secreto que se me desveló, comprendí que sí, que desgraciadamente estos mandatos supremos nos iban a tener siempre acotados, pero siempre podíamos montar un mundo a nuestra manera, un tinglado con luces que no sean las de la mañana, con horas que duren más de 60 minutos y con una nueva de ley de la gravedad que no nos atrayese al suelo, si no que nos llevase directamente a los brazos del otro. Claro, puede sonar a paranoias locas que arremeten sin parar, y también claro que suena de puta madre.

También se me ocurre inyectar a este nuevo chiringuito que sólo importe el presente, ya que cuando nos metemos dentro de él deja de tener sentido tanto el futuro como el pasado, permaneciendo únicamente esa mirada, ese roce, ese mínimo gesto que otra vez más, sea para todo el mundo insignificante cobre para nosotros el mayor de los valores.

Y el lugar de donde montar todo ésto es indiferente: podemos hacer un desierto en el polo, podemos vaciar de agua Venecia, podemos bañarnos en cualquier fuente romana, en una casita en mitad de cientos de rascacielos o hasta en el sofá de tu portal. El lugar no es más que un pequeño ingrediente que acompaña a este gran descosido.

Este plato lleva tu nombre, este mundo está construído bajo tus brazos y la única ley universal que nos rige es el no desistir nunca de vivir dentro de un sueño, esta gran casualidad que el universo ha conspirado para construir.

sábado, 12 de mayo de 2012


Buscas a alguien y cuando no crees que lo encuentras siempre te pegas de bruces con ella. Buscando lo que quiero, averiguando a mi Manera. Sería absurdo o incluso despreciable no darse cuenta de ello. Siempre, cuando más perdido me hallo dentro de mi norte, dentro de esta maleza que todo el mundo piensa que es pura locura pero que yo me chupo la punta del dedo y espero adivinar el puro nivel de esta temperatura.
Parece que no encuentro agarradero en esta ausencia, sé que no es mucho pedir, pero dime que no te separarás de mí, ni dejarás mi corazón y sus cunetas sin ninguna latencia. Es lo preocupante, que mi impulso embustero pueda nublar la más sincera verdad, esa de no dejar en pie ninguna bandera que no sea la que lleve nuestras caras posando sonriendo. Siempre he guardado toda la esencia bajo siete llaves progresivas, previas a las cuales, tienes que dejarme en bolas con toda la mayoría más lejos cada día ocupándose de sus cosas. Hace tanto que te esperaba que había perdido toda la conciencia, puede que si no te veo, al menos te pido, sé que no es mucho pedir, sólo una caricia, un abrazo puro, con los brazos gigantes. Un poquito de samba para este minero que a falta de sutileza le apetece entrar en tu agujero. Ardo, ardo y ardo, dentro de mí, formo una fogata, motivos principales: sobar el viento y desgastarlo de la vía. Y lo mejor es que estos motivos principales no sólo le cobran factura a él, si no que al soplar sin parar, quiero que vuelvas, el viento viene y va, con la respuesta entre cada soplido, te salpica a ti. Cero ideologías, pellizcar a la provocación que se desnuda frente a mí con cero remilgos, que me hace acumular saliva para flotar y dejarme que me engulla la deriva. Mucho pájaro desorientado seré, suplicio de pensar que algo ha cambiado entre la tierra y el cielo, que yo, desgraciadamente me he encargado de empañar a brochazos bruscos y disonantes. Ni hago cábalas de superstición ni galopo como pollo sin cabeza, solo busco calar sin ensombrecer, doblarme los nudillos dejando que la balanza caiga de mi lado. Plato sobrante de miradas a las que me he encargado de mirarlas como las coso con sueños cuando empiezan a querer, pero no empiezo a comprender que vienes tras de mí, no queda casi nada y sin embargo todo por hacer. Quiero volver siempre con las manos muy llenas de surcar maldecidas despedidas de ésto que nadie podrá romper. Mi filo huele a ti, todo un camino de querer que tenga vuelta atrás, bajar el telón esperando que el actor principal ya haya salido a bailar. Que por mí está bien, para ti la cara y para mí los pies, pero sobretodo no quiero ninguna máquina oxidada en el arden ni vaivenes que se conviertan en un por qué. Siempre me han parecido tan grandes las palabras locuras de decir te quiero, pero ahora son tan pequeñas a lo que siento… es un verdadero insulto a todo lo que me pasa ahora partiendo del primer momento que te besé por mi cabeza. Si me pierdo dime donde salgo, y sobre todo no pares de hacerme de guía por estos caminos que creía utopías.

lunes, 19 de marzo de 2012

A ti te escribo, sí, a ti,
a quien está detrás de esa brillante mirada,
a ti que hiciste reino y lecho de la aventura del vivir,
a la que traza nuestras realidades con la
maestría que sé que supone ver contigo un simple amanecer,
a ti que hiciste de la rutina un de vez en cuando
y de la tristeza un guijarro en el bolsillo,
tú que borraste eslabones y cerrojos
mereces verbo, verso y beso,
a ti que se te engancha un avión de papel 
que te desconchó el querer la pared del miedo
dejando a la vista infinitas tormentas de luz
y vida,
tu tendrás más que tinta,
tendrás recuerdo.

Serás más bonita, 
revolotearás en mi pensamiento 
y en el campo de tu tierra y de la mía, 
en pequeños verdes valles y nevadas montañas.
Te llevaré alguna vez en primavera 
un ramo de multicolores lilas 
y azules oscuras violetas
Me gustaría así entregarte el amor 
de mi alma y de mi sangre 
para al apoyarte sobre mí 
solamente la música esté dirigida 
por la batuta de mi corazón al latir.

jueves, 15 de marzo de 2012

Soy un grano de trigo tirado en la tierra, tú eres semilla de amapola roja. Brotaremos juntos con lluvias y con soles y seremos en verano mar de miércoles y amapolas. Mi espiga de amores dorada acariciará con la brisa y con el viento tus rojos labios de roja amapola de amor enloquecida. Cuando los segadores me destinen a su hambre ya estaré locamente de ti enamorado, me meterán en oscuros sacos prisionero donde pueda pensarte en sueños en los que ando surcando espaldas, todas en una la tuya son, ondulándose como el trigo, hasta en pedregosos caminos cimbreando la cintura, haciendo un guiño al destino, un dibujo de la penumbra, en él alambro el desatino de quererte hasta la muerte o por lo menos hasta el alba, y con mis malos despertares olvidarte cuando quiera ó cuando pueda mientras vadeo los ríos, los de siempre, los de nunca, de tus sueños, de los míos. Sin embargo, buscaré en este saco un agujero y caeré de nuevo a tu tierra, para así, en otra primavera, junto a ti, roja y preciosa, brotar de nuevo.



martes, 13 de marzo de 2012

Precioso el momento en el que llegaste en la tarde umbría de la nada y de la sombra. En el tiempo de la nieve y de la escarcha vi tus botones de sonrisa acariciarme cubriéndome del viento. En el rincón del campo olvidado y mustio, quizás siempre yermo, salieron tus violetas de sus sueños engendrados y una blanca mariposa despertada de sus sueños por un rayo luminoso, acarició con sus alas el frío viento del invierno y llenó de amor mi alma. A un mirlo en el arroyo le enrojeció el pico de tanto cantar amores. Las vacas, de pronto, corren, saltan y brincan para después mirar al cielo conscientes de que cuando apenas te acaricie el reflejo de todo lo que hay por allá arriba se deslice por tu pelo. 

Mientras mis ojos y tus ojos se tiren vestidos al agua
que refleje la imagen de mi sueño embriagado y valiente
no podrá irse más lejos
de tomar tu mano y acariciar tu pelo
y estar enteros unidos por más de un momento. 


jueves, 1 de marzo de 2012

Me marché, cogí otra vez mi chupa de cuero y me largué entre tus dedos mientras se hundía mi alma en el fango una y otra vez. Soy un completo experto en empañar cristales con mi vapor para dibujar corazones y verlos desaparecer dejando mi boca seca muriendo de sed. Un rugido de león que se acostumbraba a malvivir mientras se encabronaba para resurgir una y otra vez.

Sólo he utilizado batallas añejas para sacarle punta a mi lengua, perdiendo trenes que no me importaban nada. Chorreaba de ganas de dejar de andarme ya por las ramas, ahora me he engalonado con un corazón que lo llevo por bandera, con sus alas y su motor y el muy cabrón se empeña en aterrizar a tu vera. Había acumulado todos mi secretos en mi vertedero, fuera del alcance de sentimientos que nacieron muertos y de los que nunca el olor ha llegado a alcanzar a ninguno de mis te quieros.

Con nadie he tenido cojones a ponerme a bailar en el filo de la navaja porque siempre ocurría que que todo era descabezado con guadaña. No dejaba títere con cabeza. Pero has aparecido con un sonido de cascabel, instaurándote como el espejo en que me quiero ver. Con el tiempo muerto nadie me espera, sin embargo me miras a los ojos, me dices que sí y cierras la puerta. Todo esto con el amor vistiendo un gran escote y que por fin me ha dicho que meta en su canalillo mi corazón. Después de haber podado las ramas secas de los días, he conseguido que haya nacido el fruto que estaba por venir.

Estoy dispusto a partirme los cuernos si es preciso, me quedan tus besos para amurallar mi pecho y que no halla un sólo resquicio de él que no te eche de menos. No he sido jamás ni tan dulce como la miel ni me he dejado por la gente la piel, pero ahora estoy dispuesto a lanzarte en cada uno de los amaneceres aviones de papel. No voy a desperdiciar ningún abrazo, beber todos los sueños agarrado muy fuerte de tu mano.

Dicen de mí que estoy loco, la tormenta y la escarcha en los días de calor. El más cabrón de este rebaño que no tenía ni perro ni pastor y esquivando cepos en este sumidero de arramplar arrodillado por el sendero. Ahora me disfrazo de payaso de arriba a abajo para hacerte sonreir, no me importa ser el fuego que alborote tu avispero si así vienes a por mí, ni partirme la boca por subir las rocas que haga falta para llegar hasta ti.

Galopando en nubes a ras de suelo, engullimos la tierra, para pasarnos abrazados la noche en vela y pintar por la mañana una a nuestra manera.

martes, 28 de febrero de 2012

Hoy me ha venido a la cabeza lo que sentí y lo que me transmitió la primera vez que toqué El Lago de los Cisnes con la orquesta mientras estaba siendo bailado el ballet. Una sensación de perfección, potencia y pasión que irradiaba a cada uno de los movimientos del Cisne Negro, mientras que por otro lado, el Cisne Blanco se encargaba de hincarnos bien hondo flechas de ternura, romanticismo y calor.

En su día me sorprendió muy gratamente aquella interpretación pero creo que nunca me había puesto a pensar el por qué. En realidad, no me gusta el ballet, ni soy de los que escucho música clásica cuando tengo un rato de tirarme en la cama. Pero esta obra me tocó de una manera peculiar, cómplice como un beso lanzado mientras me asomo a ras de las sábanas.

Y claro, como buen músico con su correspondiente archivo, me he decidido a buscar la partitura. Podría tocarla de oído, sin embargo quiero ceñirme a la sensación de tocar atrileado. Me gusta engañar al olvido y también el reventar el insomnio con una buena canción. De arriba a abajo la defiendo como lo he hecho en varias ocasiones pero sin plasmarla en la platea. Nunca he sido de ensayar mucho, sin embargo esta vez disfrutaba a cada movimiento. Me permito el lujo de cerrar los ojos y proyectar en mi retina mi propio baile que surca todos los poros de mi piel.

Dividido en cuatro actos como el original de Tchaikovski. En el primero me hallo en una fiesta de cumpleaños, otro año más que quemo y me llega mi señora mamá y me dice que al día sigiente me ha organizado una fiesta para encontrar a una novia para mí. Ostia, me meten presión por todos los lados. Comienza el segundo acto conmigo hasta los mismos cojones de este lío de encontrar a alguien por obligación y escapo a sentarme en la roca del lago, donde siempre que tengo la cabeza llena de historias voy para desahogarme. Cuando llego allí encuentro un cisne cobijado debajo de mi altar. Me siento y no sé si alucinaciones mías pero juraría que ese animal me está mirando. Majestuosa belleza la que inspira al agitar sus alas. Juraría que dentro de ese cisne está el espíritu que me complementa. 

Mi tercer acto comienza cuando emprendo el camino de vuelta a mi casa, pensativo acerca de la estampa del lago. Nada más llegar, me voy a la cama, sé que mañana será un día duro, largo y muy a mi pesar, sin apetito para que suceda. Salto temporal hasta la fiesta, chicas muy guapas estaban allí, otras menos atractivas pero más voluminosas o más ardientes. Sin embargo, le digo a mi madre que no elijo a nadie. Ninguna me convence. Estoy harto de estar en esa celebración que es absurda para mí y me salgo a las escaleras de mi casa. Mis manos tapan mi cara, estoy bastante frustrado porque nada sucedía como yo pensaba que sería mi vida hace unos años. De repente, Rothbart mi mayordomo, me dice que ha llegado una nueva chica. Sin darme tiempo a levantarme ella sale a donde estoy yo, me agarra del hombro y me voltea. Rubía, melena increíble, con un vestido que le quedaba como un guante y con un detalle que inevitablemente hace despertar mi aletargamiento. Un collar con un colgante de un cisne.

Abro los ojos, creo que el ballet que me estoy montando me está sustrayendo de la auténtica partitura. Dejo mi trompeta en la silla y decido salir de mi casa en busca de un cuarto movimiento final. Este final no es más que la parte inicial, el coger en el momento de acabar la obra y clavarla en cualquier punto de la obra y así manejarla a mi antojo. Así que este vals, tiene el aplauso final con los dos sobre el escenario, aclamados por el público al que siempre le daremos la espalda para que solamente los dos sepamos como ha sido este cuarto acto. Metáfora llevada a la realidad.

Por fin tengo mucho techo para cualquier aguacero,  sin embargo lleno de goteras dentro de mí recogidas por el caldero de tener ganas de ti.

lunes, 20 de febrero de 2012

¿Cuánto me he pasado pisando el mismo sembrado donde sólo respiran cuervos? El suficiente para cortarles las alas, someterlos y hacerlos mis siervos, hozar vestido de negro mientras me abanican, busco el mayor de los tesoros: una caracola en la no se oye ni el mar ni el romper de las olas.

Nada para ofrecer, lo que soy es lo que se puede ver. Vino tinto que me ayuda a dejar de ser cobarde si no estoy contigo. Trampas cargadas de boletos repartidos por el ciego de tu negocio, desengalonando las medallas de mi camisa que me hicieron fracasar. Tengo cargado el pecho de mustios lamparones empeñado en insultar a la luna, llamándola puta porque nos revienta matándolas callando. Sin embargo, el instinto de hormiga que tengo me hace siempre levantar mucho más de lo que podría. Destino que moja mis labios a lengüetazos burlándose desde la distancia de jamás ser manejado lanzándonos sus colillas obligándonos a ponernos de rodillas para ir royendo una a una sus astillas. Mismas astillas que una vez desprendidas conformarán mi corazón de madera, duro como una piedra hasta que se filtran lágrimas que lo ablanda haciendo que ese inamovible yeso se desace dejando todo en nada. Una y otra vez, continuo reciclaje.

Trapicheo con la bruma de los bares, me arrimo a quien sea en tenebrosos rincones esperando a que me tiren un cazo de agua desde los balcones. No sé nada de sangre y pintura, sin acumular nada entre la piel y las uñas, porque no he encontrado redil al que bajarle la luna. Quiero mi vida, porque no quiero de esas que sólo acumulan tristezas en los cajones de la miseria.

Me gustan los ojos marrones porque ni entiendo de matices ni de colores, descontrastado por guerras donde me hincho a pisar mierda por donde arraso con aires de grandeza hasta que me capan las sirenas que esta noche al fin me vienen a buscar. Niebla fruto de la polvareda de mi caminar, de darme rienda suelta sin que nadie jamás me haga arrastrar, en ella reside un silencio oscuro, donde las arrugas del día a día quedan disimuladas por la saliva del dejaros pasar. Una veces sois tanto y tantísimas veces sois nada. De mi cosecha del yermo inicial han brotado unos sentimientos de garrafón, que hacen de vestir de luto a la verdad y a la esencia que llevo por dentro. Sin embargo, soy experto es olvidar y olvidar para dejar sitio en mi cabeza a recordar. Además del maíz nacido a calor, rascando como la piel del melocotón, preparo cachapas para el naufragar fuera de sus cielos nublados poniendo sobre alguien que desconozco cada mañana el sol.

La caracola se ha convertido en farolas de callejuelas cargadas de un litro de gotas de cerrar todas las puertas menos una, atrancada por una nota en clave de sol afinada por mi garganta rota.

miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Cuántas veces pensé en dejar de pensar y a arrancar para poder respirar? Mírame y dime si esta es la cara que ver, dime si cada paso que doy también haga que despierten conmigo tus pies. Supongo que te atolondra mirar el sol mientras imaginas que estás a mi lado, arrancando toda la mala hierba de nuestro tiesto rebosante de tierra intentando ser la niña más buena que sale de la trena dejando de lado el compás sinuoso de la faena.

Intentas hacerme reír antes de que despierte el alba, sin andarse por las ramas si no es necesario, gestos acompasados de solfeo rítmico que se empeñan a describir por mi cuerpo tus dedos. Canciones que escupes como restos de tu vida, con rabia a flor de piel más digna de un jabalí herido que de nadie que ha sido cazado por Cupido. Tropiezas sin voz sobre mi mástil que escupe hacia el cielo sin dar ni un paso atrás, resbalar por lo duro de su madera sin escuchar que yo te diga lo que está bien o lo que está mal.

Sin embargo a mí ya no me importa despojarme de todo, de los anzuelos que arrastrabas y nunca pudieron, construyendo sin saberlo una alforja llena de agujeros que se encargan de dejar tus sueños bien pequeños. Construyendo un reloj donde me inspira más mi imaginación que cualquier vela puesta que pongas en el rincón de mi maleza. Inspiración que ya no me habla, chapando las mirillas de todos los ojos que siempre me quisieron mirar.

No lo sabes, pero no nos vamos a ver otra vez, plenamente por mi culpa, jamás regaré más tu florero primaveral y todo se va con un cansino caminar que se despide sin decir adiós, dejándote desamparada mientras juego al escondite con mi corazón y no dejo para ti nada. Geta en cada paso de mis pies, consciente de vivir el presente y no el que vendrá después.

He arrancado tu pellejo, lo he lanzado bien lejos, dejando desnuda tu piel con un tiro a sangre fría directo a la sien.

sábado, 4 de febrero de 2012

¿Qué hay más gratificante que jugar a ser escritor y contar un cuento a alguien cuando está a punto de dormirse?

Me gustaría escribir un cuento donde no tienes nada que te ate ningún cuerpo, todo hecho de piedras y barro y que toda sea libre y volar sin parar. Sin embargo, en la casa llena de leyes en la que vivimos tienes que tener pareja y una bonita historia detrás para contarles a tus amigos cuando pregunten como os habéis conocido, ella obviamente, querrá que le bailes el agua, poniendo todo con buenos visillos. Un remanso estereotipado.

Luego tendrás que tener una hija a la que tratarla como la gran princesa que su mamá querrá que sea, creando un pequeño monstruo con apenas unos años de existencia. Sin embargo, yo no quiero historias de enciclopedia, pesadillas llenas de musgo que escapan entre mis dedos. Quiero vivencias a mi manera, momentos que no se esperan, que aparecen y que sigilosamente brotan y rebrotan sin dejar de retumbar.

La historia de oraciones que rumiará estos renglones, es una vivencia de palabras impuras, donde se desborda la locura por las acequias entre vuelo y vuelo.

A mí, me gustaría llegar una tarde a un parque lleno de vida, a reventar de niños correteando, sentarme en un banco y que una chiquilla se me acercase y me preguntase mi nombre, decirle como me llamo, y justo en ese instante que aparezca su niñera, sí, niñera, siempre ha sido una fijación erótica que he tenido (si me permitís el apunte) e ir conociéndola al trote del entrar el alpiste en nuestros comederos, vaciarlo sin que me pida nada más.

Sólo oír sus palabras al ritmo de ir al parque con mi saquete de pipas, sin preocupaciones de que salga o por donde lo haga el sol, preguntarle cada día si está enamorada, si le gusta bucear por lo prohibido, si prefiere tener un hijo o una hija y el nombre que les pondría. Informaciones recabadas que no se fuesen a parar esperando por ver si salía la luna, sin despedirnos ningún día. Todo ello hasta que llegue el cual nos cogeremos la mano por detrás del banco, nos acercaremos para que el frío no pueda pasar entre los dos y nos quedaremos observando como la pequeña corretea y se tira por el tobogán.

Adalid de entrar bien dentro, cogería a la dulce niñera y la llevaría a mi isla, que funcionaría a modo de corcho, flotando sobre el océano sin trabas que la atasen al fondo del mar. Un islote desierto en el que comenzaríamos uno en cada punta y a modo de batalla de supervivencia nos encontraríamos como dos desconocidos de la misma manera a la que estábamos acostumbrados. Escribir cada día la mejor historia, porque la miga de cada día tener que engatusar a alguien, soltando a nuestro corazón para que se busque la vida mientras lobos esperan fuera, tiene papeletas de ser el best-seller mágico haciendo que llueva entre rayos de sol.

Investigar los recobecos subterráneos de las marismas rememorando el recuerdo de pasar ese verano juntos de la mano, mañana en casa, toda la noche fuera.......

Ayy, la pequeña se ha dormido, en fin, tendré que echarle el queso a los ratones en otro momento. O mejor, ¿para qué dejar ésto aquí escrito pudiendo irme al banco en realidad y conocer a la niñera? Tal vez porque ya haya sucedido.

lunes, 16 de enero de 2012

Érase una vez la historia de Tiempo, alguien que no sabe cómo vivir pensando en el que vendrá, efímero, campeón de la velocidad.
Tiempo, era alguien que había siempre tenido una vida en la que se encargaba de poner cerrojos, creyéndose que jamás nada ni nadie iba a rasgar esas vestiduras, una especie de poder divino que se encargaba de desgastar monedas, dejando siempre el ticket de los despropósitos que se cobraba. Su presencia era innegable para el resto del mundo creyéndose un gran escritor ya que siempre encontraba el final para todo, dominador de las contraportadas. Ego y alter ego dentro de la misma persona.

Pero una noche, Tiempo dormía plácidamente cuando su reloj interno se sobresaltó, alguien estaba empezando a interpretar su mecanismo ilegible, se levanta sobresaltado de la cama preocupado en que ostias estaba pasando. Va corriendo hasta su mesa donde estaba su bola de cristal desde la que observaba todo lo que estaba pasando. En ella, ve a dos personas, inconscientes a los efectos que sus actos levantan, ateos del mañana, sabiendo que ese día valía para ellos muchísimo más que un gran números de mañanas. Ellos dos, en secreto, habían ido aprendiendo a tener todo siempre en carne viva, manejando en su propio lenguaje el porvenir, sabiendo como nadie el peso del presente sin pasar un sólo instante deteniéndose en pasados ni futuros. Eso enfurecía a Tiempo, nadie podía ser más que él, no podían manejarlo, tenía todo siempre atado y bien cogido. Un segundo que llevaba a un minuto, acumulándose en horas que marcan los días.

Querían ser dueños de cada minuto, dejando que se vayan sucediendo en un ritmo propio, nada de medidas habituales de 60 segundos. Y lo mejor de todo, es que lo estaban consiguiendo, no sólo engañarlo, si no jugando a ser los nuevos señores del reloj. No sabían ni de inviernos, ni de primaveras, ni de nada, sólo entendían los gestos del otro, cada movimiento, cada sonrisa irrefrenable cuando estaban frente con frente. Siempre estaba todo de punta en blanco, con preciosas flores radiantes en los alféizares de sus pestañas.

Tiempo, no se lo podía creer, estaba muy enfadado con lo que estaba viendo. Así que empujo al sol por el horizonte y escupió una mañana, a ver cómo esquivan esta bala pensaba... No tenía ni idea de con quiénes estaba tratando. Acataron la decisión del tiempo de puertas para afuera, engañando de la manera más maravillosa, intercalando detalles para volver a vivir esos instantes únicos. Una cámara de fotos fue el hilo del que tirar para que comenzase la jugarreta que le tenían preparada, ese utensilio que tan poco gustaba a Tiempo, porque dejaba perpetuo lo que él se encargaba de ir arrancando. Ella se marchó con su pelo al viento diciendo adiós mientras le guiñaba un ojo.

Tiempo, contento a la vez que tranquilo de que todavía sus secretos iban a estar a buen recaudo, se acomodó otra vez en su cama. Estaba tan cansado de lo que había tenido que hacer esa noche que para él parecía tan como las otras para desequilibrar a esos ilusos, que cayó rendido y no escucho ni el más ligero sonido que ocurría en su casa. Ni se entero cuando ellos dos entraron en su habitación, reaccionando sólo cuando sintió los grilletes en sus manos, un trapo en su boca y los ojos vendados. No sabía donde lo estaban  llevando, sólo que estaba siendo secuestrado y lo peor de todo que no podía hacer absolutamente nada para remediarlo. Estaba ardiendo de ira, ya que solamente oía carcajadas, frases cómplices y besuqueo que ya estaba metido en sus entrañas e iba a ser su música de cabecera por mucho tiempo parecía.

Llegan al lugar que había visto desde su bola de cristal, nunca había salido de su casa, para que nadie descubriese que pasaba cuando él apretaba los botones. Lo sentaron en una silla y lo ataron, dejándolo ahí sólo mientras ellos se marcharon. No sabe cuánto rato estuvo así Tiempo, hasta que volvieron de vuelta, quitándole los amarros de la cara para que los pudiese ver. Ahí estaban los que habían destruido todo lo que él había estado dirigiendo sin oposición. Los miró y eso aún lo desconcertó más si cabía, estaban sonriendo, agarrados de la mano. Era un rehén de dos locos. Cuanto menos preocupante. Tiempo entonces decidió preguntarles que si alguna vez lo iban a dejar en libertad. Ellos, como sabiendo que esa pregunta llegaría respondieron a coro: Sí, claro que sí, sin embargo no te vas a ir de rositas.

La cosa estaba cada vez más fea, sabía que sí, que iba a escapar pero no en qué condiciones. Se volvieron a marchar volviendo después de otro rato, unos momentos que los usó a modo de reflexión: ¿qué estaría dispuesto a dar para recuperar su libertad? Sabía que tenían la sartén por el mango y que iba a tener que ceder y parecía que no poco. Ellos, de vuelta, comienzan a exponerle lo que vale ser libre. Fueron cortos y concisos explicando. Querían que cada vez que ellos estuviesen juntos, Tiempo no ejerciese su poder con ellos, los dejase a los dos campando a sus anchas hasta que otra vez se volviesen a separar. Parecía realmente fácil para él hacer eso, esperaba algo mucho peor, sin embargo, tenía que dejar de hacer su trabajo con ellos y tenía que aceptarlo si no nunca saldría de allí. Valoró lo que esos dos estaban haciendo, podían estar siempre juntos sin que nada lo evitase, pero querían que todo llevase su continuo flujo. Sólo querían su pasividad cuando estaban  juntos.

-Sí, acepto, acepto, pero por favor soltadme.-respondió Tiempo a los términos del contrato.

Lo soltaron como había prometido escapando hacia su casa otra vez, pensando únicamente por el camino que estarían haciendo ellos en ese rato, síndrome de Estocolmo, tenía ya cariño a sus raptores. Comienza a observar su bola de cristal cuando ve que se están besando, abrazándose fuerte cumpliendo ellos también el trato, despidiéndose con un hasta luego, con sonrisas de oreja a oreja sin ver ni una sola lágrima en esa despedida como Tiempo había estado acostumbrado a ver durante toda su vida. Sabían que cuando quisiesen iban a tener esos momentos donde todo se para y sólo se mueven ellos.

Apartó su bola de cristal, reflexionando y por primera vez en su vida sonriendo. Qué valor tenían esos dos para haber hecho lo que habían  hecho. Tenían un trato y él lo iba a cumplir. Se creía la torre más alta de una ciudad llena de rascacielos que nunca nadie se había atrevido a zarandear, le temían, hasta ese día. Chasquido de dedos, la luna salta al estrado y comenzará con su exposición sin replicar a su ritmo habitual. Ellos ya separados, habían dado una auténtica lección de coraje, valentía y cariño.

Tiempo, necesitaba verlos una última vez antes de irse a dormir, miró en su bola como estaban, ambos en sus cama, formando imágenes superpuestas, sonriendo, viendo en sus rostros dormidos seguridad, felicidad y libertad, porque entonces comprendió que realmente no había sido él el liberado, habían sido ellos, que por fin eran libres para estar al lado del otro cuando quisiesen.

Era momento de dormir, él también sonriente y satisfecho se echó en su cama habiendo recibido una gran moraleja de la locura de esos dos: "Nada te para cuando el corazón manda".

martes, 3 de enero de 2012

Buscando mi destino, viviendo en diferido.

Introducción:

Un otoño al demonio se presentó, fue cuando el arbolito se deshojó. Mientras tanto pasan las horas, sueño que despierto a su vera, me pregunto si estara sola y ando dentro de una hoguera.
Me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor.

Primer Movimiento: El Sueño

De andar desorientado voy cayendo en picado, es igual que un mal sueño.Si no te vuelvo a ver, no quiero despertar; la realidad no me abandona. Busco un mundo mejor y escarbo en un cajón por si aparece entre mis cosas.
La vida es roja si te vas y me derrota igual que en los sueños, me olvido y ya no se qué hacer no dejo de correr, como en sueños. 

Segundo Movimiento: Lo de Fuera

Se acabó, el odio me arrolló la razón,y ahora estoy en guerra contra mí alrededor, no me hace falta ningún motivo, y es que soy maestro de la contradicción Y experto de romper lo prohibido, Necesito saber Si miro alrededor no puedo comprender, me da pereza. dime tu nombre Si hay algún escalón, para mí un tropezón, voy de cabeza. de dónde sale el sol Tuya es la habitación para que vuelva por naturaleza. y de qué se esconde. Vente a la sombra, amor que yo te espero, que tengo el corazón aquí con bien deshielo, donde su recuerdo se me clava entre las cejas. Sueño que empieza otra canción, vivo en el eco de su voz, entretenido sigo la estela de su olor que me susurra vámonos, vente conmigo. 

Tercer Movimiento: Lo de Dentro

Sin patria ni bandera, ahora vivo a mi manera. Y es que me siento extranjero fuera de tus agujeros. Miente el carné de identidad, tu culo es mi localidad. Miente el destino para hacer que no te vuelva a ver. Miente, si dice no me miente, si dice si me miente y si calla tambien miente. Dice que yo ya no te espero. Un cabrón, un embustero es, mi corazón te miente. 
Viento, me pongo en movimiento y hago crecer las olas del mar que tienes dentro. Tiempo, devuélveme el momento, quiero pasar las horas nadando mar adentro. Y revolcarme por el suelo, para empezar todo de cero.
Ya voy volando y derechito de cabeza, sí, vuelven a salir chorros de la naturaleza. Caigo derechito derechito de cabeza, sí, vivo derribando derribando las barreras. Dicen que mi vida es un exceso, y yo me vendo solo por un beso. Y que voy a hacer, si vivo a cada hora, esclavo de la intensidad , vivo de la necesidad.
Se volvió a gusano mariposa cansada de volar y no poder. A arrastrarse al fondo de las cosas a ver si dentro puede comprender.

Cuarto Movimiento: La Realidad

Agazapado espero como un alacrán, bajo las piedras escondido. Porque a la vida era lo único que le da sentido.Y me busco en la memoria el rincón donde perdí la razon, y la encuentro donde se me perdió cuando dijiste que no. Me hice un barquito de papel para irte a ver, se hundió por culpa del rocío. No me preguntes cómo vamos a cruzar el río.Sin ser, me vuelvo duro como una roca si no puedo acercarme ni oír los versos que me dicta esa boca. Y ahora que ya no hay nada, ni dar la parte de dar que a mí me toca, por eso no he dejado de andar. Para contarte que quisiera ser un perro y olisquearte. Vivir como animal que no se altera tumbado al sol lamiéndose la breva. Sin la necesidad de preguntarse si vengativos dioses nos condenarán. 

Coda Flamenca: La Otra Realidad

Por verme amado de ella por todo el dia mañana en perder la vida consentiria, En el hueco del eco de su voz vive el eje que desapareció agarrados del aire viviremos no me importa donde vamos apretame bien la mano. Arrancate a cantar y dame algun motivo para decirle al sol que sigo estando vivo. Y que si la condeno por un beso, y que si necesito respirar, y el tiempo no pasará y el tiempo se parará el viento se parara donde nunca pasa nada.

¿Cómo quieres que escriba una canción? Si a tu lado no hay reivindicación.