martes, 13 de marzo de 2012

Precioso el momento en el que llegaste en la tarde umbría de la nada y de la sombra. En el tiempo de la nieve y de la escarcha vi tus botones de sonrisa acariciarme cubriéndome del viento. En el rincón del campo olvidado y mustio, quizás siempre yermo, salieron tus violetas de sus sueños engendrados y una blanca mariposa despertada de sus sueños por un rayo luminoso, acarició con sus alas el frío viento del invierno y llenó de amor mi alma. A un mirlo en el arroyo le enrojeció el pico de tanto cantar amores. Las vacas, de pronto, corren, saltan y brincan para después mirar al cielo conscientes de que cuando apenas te acaricie el reflejo de todo lo que hay por allá arriba se deslice por tu pelo. 

Mientras mis ojos y tus ojos se tiren vestidos al agua
que refleje la imagen de mi sueño embriagado y valiente
no podrá irse más lejos
de tomar tu mano y acariciar tu pelo
y estar enteros unidos por más de un momento. 


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