sábado, 22 de enero de 2011

Música de Palabras. Os preguntaréis el por qué de ese nombre de blog.
Para mí, la música es el lenguaje por antonomasia, cada corchea, cada sostenido es una letra de mi propio abecedario, mi mundo que es elevado por pentagramas.
Y las únicas palabras que expresan música por sí mismas, son las onomatopeyas, que son canciones de la naturaleza que se oyen cuando se calla el mundo y la música se queda.

Ese era el motor de cada nueva entrada. Y el contenido, el deseo que tenía con todas estas palabras olvidadas en la red, que me hacían irme sin heridas a la hora de dormir, pero dejando la puerta abierta para que las mañanas de alguien que todavía no conocía sean las únicas que yo sepa. Porque eso es lo bonito de la música, que tu le pones tu propia imagen y siempre la puedes adaptar a cada situación.

Yo por mi camino siempre voy cantando para ir espantando a las penas. Desde mi trinchera tirándole piedras, contra la última frontera que separe el mar de tu cielo que me enseñe todas tus miradas mañaneras. Iba a utilizar este espacio para encontrar una nube azul en un cielo todo nublado. Para expresar los fandangos de mis sentimientos, buscando aparcamiento, en las fondo de tus pensamientos, quemando mis lamentos y sufrimientos. Siempre me he quedado apoyado en la aduana del cariño, esperando desde que ya he dejado de ser un niño, para que tu vida sea mi razón y tu destino mi corazón.

Un grupo de miradas me han devuelto a la vida, me han devuelto hacia ti. Todas las luces del alba acaban de encenderse. Me he refugiado aquí mientras poco a poco iba haciendo mi equipaje para mudarme a unas manos que ya nunca me van a dejar tirado contra el frío. Ahora que ya sé que esta etapa se ha acabado, se ha terminado con ella el plasmar aquí mis sentimientos porque ahora tengo que transmitirlos a una persona por la que el interior de mi; me da igual si sí o si no, yo controlo la partida, pero con tus ojos no, en ellos dejé la vida y si los pierdo de vista, ¿dónde podré vivir? No puedo perder las llaves de la habitación de tus pupilas. Cojo el tren y voy a ir hasta el final.

He acabado ya pues el puente de rosas, del que todavía hay mucho que decir, de subir muchas cremalleras, de apuntar matrículas de cada día que viva. Inaugurado desde tu boca a mi boca, desde tus pestañas hasta mis entrañas.

El sueño traducido a realidad. La realidad traducida a tu nombre.

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