sábado, 8 de enero de 2011

Zrrr, Zrrr. Estalla la tormenta, yo parado, estoy mirando al cielo, la lluvia se desliza por mi rostro mojado, gota a gota va acongojando mi sonrisa que ya pedía que cuando yo quisiese arrancábamos, estaba asustada, malherida, así que decidió meterse en su coraza para sólo aparecer cuando un sol mañanero me dirija hacia otra carita abatida por putadas de amor, noqueada por la misma tormenta que me hecho abajo todas mis cuentas.

No quedaban más cojones que olvidar ese momento, huir de ese lugar tan funesto para mí y escapar a una hoguera que calentase mis entrañas y desempolvase mis hilos, prepararme para dormir solo otra vez, más noches en vela por pensar en algo que jamás ha existido, y ahí decidí dejar de ser Romeo soñando con Julieta, a desojar margaritas donde la única opción sea un vidrioso no.

Me visto de superhéroe, a ladrar a todo dios que se me cantee, a rajar corazones, a ir a contracorriente de las poesías de amor, relamiendome los dientes cuando juego con las piedras preciosas de caricias que revolotean como mil mariposas, a entrar derrapando en las familias para hacer que todos mis ex-suegros se intenten desprender de mí. ¡Jodidos anticuados!. Cada vez más animal, más caricatura de lo que he sido, remasterizando las pulsaciones de causas falsas.

Pero después de la tormenta llega la tempestad, salgo al entrar, todo es ya un inadmisible abecedario que no tiene letras, anulando cualquier posible conversación conmigo, deambulando por la calle siendo un bicho raro, un idiota endiablado, confiado en que lo más claro tiende a confundir, a no volver nunca de vuelta, dejando mujeres con el orgasmo entre la espalda y la pared, subirme a los altares de la picardía, a no ser luz de ningún camino, a ser clandestino, hincarme con cada calada en tus venas, ser cada día un color para que nadie me encuentre, hacer mermeladas con lágrimas que todavía no sé por qué han echado por mí.

Horas, días, semanas, meses o quien sabe cuanto tiempo después, de ir follado sin detenerme en represalias, a que todo me toque los huevos, un sonido de los golpes de donde se había escondido lo que pudo haber sido, el humo de mi sonrisa emerge de entre la niebla para darme un puñetazo, transportándome a unos brazos anudados que no me dejan más remedio que mirar a su dueña mientras veo que me ha sacado de mi acostumbrada desdicha, joder, es mi ángel de la guarda, que sin presumir me ha hecho resurgir, me ha hecho volver a sonreir. Me obliga a rebobinar los desorganizados lamentos causados, a enhebrar chupetones, a dejar mi moto estampada contra un supermercado y a detenerme a respetar a la lluvia, a amarla porque me deja limpia el alma, me deja desnudo con mis cualidades y mi sin venir.

Zrrr, Zrrr, la tormenta me llevó a visitar los quehaceres de mis sentimientos, a que los truenos retumben en mis actos. Pero cuando peor estaba la cosa, cuando más me la sudaba todo, mi ángel de la guarda me da el regalo de ir por lugares prohibidos que son donde realmente merezco estar. Estar colgado de mi sonrisa....

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