sábado, 15 de enero de 2011

Argggg, Arggg, Doctor, el paciente se nos va, 100 mg más de amor. ¡¡¡Marchandoo!!!

Si lees ésto, te preguntarás porque estoy así. Todo comienza cuando era un caballo salvaje, buscando a una yegua libre como yo, relinchándole, soltando coces si no la veía. Me enrabietaba de una manera no poder verla... Pero un día alguien le echo los corceles al cuello, invitándola a cenar en el cielo, degustando la mejor ración de los cometas y postres llenos de luceros.

A mi me tocó pillar un taxi, y le daba vueltas a la situación, un sueño que estaba predestinado, estaba por llegar, se desvanece, igual que se desvaneció aquella noche la estrella que siempre me alumbra. Siempre he sido el típico que he disfrutado de mis ilusiones, porque aunque parezca raro, me sobra corazón, pero cuando estás de mierda hasta el cuello, cuando ves que tus bolsillos están plagados de agujeros, y que tus sueños no se cumplen ni teniendo todo, te replanteas que incógnita ha fallado en la ecuación. No pido más de lo que doy, ni me creo nadie para robarte nada de tiempo. Pero noto que mi sangre sigue y sigue hirviendo.

Así que llegué a mi casa, escarbe entre la ropa usada, y saqué mi ordenador, porque como no puedo vivir lo que creo no me queda otra que plasmarlo en palabras. Le di al play a mi violinista del escritorio, oía los acordes. Recuerdo entonces que las cosas más hermosas que había vivido, ahora me decían que no, que las cosas de las que he estado convencido, me sacan la lengua, se ríen en mi cara y hasta eso te quiero que te dije con el corazón en la mano, no era mío, se había marchitado. ¿Me habré saltado alguna estación? ¿Algún capítulo del manual del perfecto amante?

Y cuando comencé a teclear en mi pc las primeras letras, descubrí la tendencia de mis dedos hacia las letras A M O R, que curiosa confabulación estaba presenciando. Entonces caí en el problema, en el dolor de mi alma. Estaba enganchado, necesitaba otra dosis más, anhelaba más sonrisas, más besos, más caricias, más miradas, cogerte de la mano, ponerte una flor entre el pelo. Tengo que volver a por ti.

Sabía que mi tiempo se acababa, mis pulsaciones se aceleraban, se me iba a salir el corazón del pecho, me sangraba la lengua porque quería volver a redescubrir tu carmín. Volví por el camino que ya había andado, rememorando nuestras locuras por esos rincones. Haberte dicho en esos sitios donde solo cabíamos los dos más piropos, no haber plantado a la mitad de nuestra carrera, dejar que tus pasos marquen los míos, que no te marches lejos y que notes mi aliento cuando paremos a descansar. Siendo sincero, siempre acabo perdiendo, pero no hay perdedor que el que se arrepiente de no haber jugado todo lo que tenía, no quiero ser el eco de nuestros besos. Porque creo en tus ojos, y quiero que tu cara de porcelana sea otra vez mi espejo.

Pero amigo, el olvido se ha olvidado de todo. No encuentro los ojos por los que mire para verte, pero no tengo tiempo para pensar, ni para jugar a nada. Necesito que me des la vida otra vez. Ni puta idea de donde estabas. Me desmayo, en una mano, todo lo vivido y en la otra todo mi amor, sin nada que perder. Ya no tengo voz, no me puedo quejar...

Arrggg, Arggg. Señor, tiene usted una visita, parece que la dosis ha dado su efecto. Mi niña, estabas en las patas de mi cama otra vez, noto otra vez la vida dentro de mi, aunque se que el efecto de esta droga no es ilimitado, me levanto, te beso y un nuevo sol por el que luchar volvía a estar creciendo. Te pido permiso para poder pasar cuando quiera, cruzar el mar del olvido y vivir el mundo que siempre había ilusionado contigo. Aunque, para estar siempre enganchado, consumiéndome como un cigarro cuando intento encandilarte, desapareces. Tengo que desentoxicarme, no quiero volver a liar tus miradas en la puerta de un hostal de autopista con un papelillo, para prenderle fuego con tus pechos. Esa es la ruta prohibida. Por tanto, esta dosis se me ha acabado, después de mucho tiempo sin saber de ti, sobredosis de amor cuando ocultas tus verdaderos sentimientos, una viciada sonrisa, tu forma peculiar de amar y de besar.

Un paso más, necesito algo más fuerte, no verme de lo ciego de amor que estoy, porque eso es el amor, una droga, que te crea dependencia de la otra persona, necesitas nuevas dosis, y que tiene su final, cortando las cuerdas de éste juego. ¿Me queda pues otro remedio que traficar con mis te quieros?

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