martes, 22 de marzo de 2011

Proyecto de Corazones

Tic, Tac. Después de mucho tiempo, el momento ha llegado, me dirijo a sentarme en la mesa donde se va a decidir todo. Pero mejor contaros como he llegado hasta aquí.

Algún genio dijo una vez que a la larga sólo te acordarás de tus grandes derrotas donde has salido abatido, realmente jodido pero que te han servido para actuar de una forma más acorde la próxima vez. He labrado grandes fracasos, herido con desengaños, en partidas en las que tenía la mejor situación pero sin conocer los condicionantes que siempre acababan equilibrando la balanza para el lado opuesto.

Toda eso me ha llevado a cuestionarme a mí mismo en múltiples ocasiones mi capacidad para reaccionar cuando el golpe me da entre ceja y ceja porque estaba ya cansado de correr maratones por Venecia o ser el niño al que le han quitado su gominola.

Unos hablan de que es la suerte, que te repartan buenas cartas con las que defenderte a estopa, porque rápidamente os dejo mudos desplazándoos donde he hundido casi todos mis petroleros y he llenado todo de sus restos. Nunca ha rozado mi corazón, ni cuando creía que una pareja de Ases me darían la victoria. ¿Es ésto jugar con el poder o perderme por los caminos del querer?

Harto de fines de semana sin acción, de ser un drogadicto sin adicción, un pasatiempo de mi propio colchón y un cantante de ninguna canción. Medio agonizaba, pero un día, sin premeditarlo ni esperarlo, me llega una noticia de que se va a celebrar una nueva entrega de mis derrotas. Una última oportunidad para amueblar mi trastero, me prometo que será la última.

Me preparo a conciencia durante casi un mes, para no temblar en ese momento, para vencer al miedo y comerme el mundo entero.

Ya hemos llegado al párrafo inicial, pero ahora comprendéis lo importante que era para mí este último desafío. Un lugar cualquiera que elijo para sentarme, asegurándome que no estaba demasiado alto el precipicio, por si volvía a caer y por última vez volvía al principio.
Comienza la partida, el premio es el máximo al que siempre he aspirado por ello tengo que estar tranquilo y observar el desarrollo de todo.

Parece que por una vez ésto empieza a tener un cauce diferente, cascos de botellas ya por el suelo, heridos por el rock&roll, anegados a una derrota que hará que jamás se vuelva a ver el sol. Voy a recordar siempre los rivales que quedaban en mi mesa, que me separaban del galardón que siempre había buscado, un férreo señor Miedo, que como siempre quería quitarme de en medio y la invencible tantísimas veces señora Distancia, de la cual su única derrota databa de hace ya innumerables días atrás.

Mis fichas van disminuyendo y con ello mis probabilidades de salir victorioso. ¿Iba a ser ésto otra maldita repetición de aquella perdida ocasión? Ahora tengo un arma secreta que entonces no tenía: mi ilusión.

Primera jugada, veo mis cartas, un As y un 8... Medito mi decisión, creo que es el momento oportuno donde cargarme al sr. Miedo. Todo lo que tenía lo pongo en juego y ale hop, no podía creerlo, había ganado, una pareja... Ufff, adiós miedo. Ahora me tocaba lidiar con la más fea, la temible Distancia.

Después de unas cuantas jugadas, vuelvo a estar otra vez muy tocado, pero miro mis cartas As y 9 de corazones. Umhhh, sí, es ahora o nunca. Entrego todo lo que tengo, me descamiso, la miro y la desafío. Veo las 3 primeras cartas, 2 y 8 de corazones y otra que para nada me servía. Proyecto de color, proyecto de corazones. Nunca lo había visto tan claro, cuando todo parecía que siempre iba a ser negro, se abre un claro entre las sombras, tú te asomas y me llevas al otro lado.

OTRO CORAZÓN. Había ganado, había derrotado a todos los más duros rivales, y ahora por fin, después de tantas caídas, de tantos castigos, he conseguido lo que siempre quería, encontrarte y lograr estar contigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario