domingo, 3 de abril de 2011

Hey, ho. Hay razones por las que no la olvidaré. Mis canciones me llevan esta vez a un aforo limitado al que baña el Ebro y en el que el cierzo mueve las notas por el ambiente.

Aparecemos como un vendaval tiempo antes de que nuestro viaje a México comience y preparados para cantar mil canciones disparando un gran nivel de emociones. Estómagos trompeteros que iban a ser embadurnados por el mejor de los néctares del universo conocido. Engrasamos las extremidades preparándonos para el más lindo pobo. Todo será una fast cuisine en la que voy a tener que ir buscando a la cuenta de 3 los ingredientes perfectos para prepararla de lo lindo.

Atraco en la barra, pero tras volver a mi sitio veo entre la gente como se dibuja tu cara. Pelito al hombro primero luego amontonado en el momento en el que mi alma subirá. Echo al puchero todo lo que tengo para preparar el manjar con que el disfrutará el mundo entero, mi sombra y tus dientes.

Nos vamos de recolección de pulque hasta el interior de un cactus mientras el corrido de amor me empieza a agitar el cuerpo. No te dejo en paz, ni quieres que lo haga. Comenzando ya el verano de abril donde el calorcito ya aprieta y donde no esperes nunca nada de mí. Ves destilando el tequila del sabor del olvido, de saber que nunca volveré a estar contigo. Mátame de placer, no seas tímida, yo no lo soy porque no me duele lo tuyo y aquí no toca perder porque son cosas de jugar con el no querer, ninguno de los dos va a caer porque desenfundo el velcro que llevaba en mis bolsillos. Rastas de estar "apegado" a ti.

No puedo morir, porque desde aquí no puedo ver el cielo de los cerca que estoy de ti. Mantenerte con besos de sabor a jalisco, apasionados guiados por el bis del concierto que ya agoniza como nuestra presión interna que nos va a llevar a explotar sin nada más que pedir.

Ésto es lo que se busca cuando el meeting de pelotudos gringos en el que te metes tras la barra de bar te traspasa la razón y te dejas llevar por el día de los muertos. Accediendo a tu trastienda sin tocar el timbre, no preguntes mi camaradería porque al dejarte llevar como estás haciendo vives una juerga sin domesticar en la que se puede disfrutar y saber que no va a volver a pasar.

Gemidos en si bemol en los que yo llevo en timón de lo que esperas de mí, porque nada me puedes pedir porque sabes que no soy más que un pelotudo mariachi, que jamás volverás a ver por aquí, es lo que pasa cuando te toca vuelas al vivir siendo la mejor calavera. Ya. Mi fin llegó ahora sí muerto de placer me largo de ti con una esponja de orgasmos que ya han escapado de tus manos y que ya no te importa lo dormido que me quede después, pero siempre sin domesticar y dispuesto a volver a reinar fuera de la ley. No me vas a encontrar porque no voy a volver nunca a arrimarme tanto al sol.

Cadencia vaginal que apremia la emoción de ser a partir de hoy el gran Chingón.

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