miércoles, 24 de agosto de 2011

Tratatá!Escucho el traqueteo de tu cintura acompasado por el lamido de tus pentañas en mi espalda. ¿Qué será ese sentido palpitar, el aire tan fino que empalme la reyerta de mi amanecer?
No tengo ni la menor idea de que tragedia nos desvelará el viento con cada suspiro o mi sagrada virtud de hacer chirriar cadenas con el paso de mis dedos en busca de entrañas las que roer.

Para eso, montar a caballo, culeando por cunetas sentadas en el naufragar de sentimientos, aparco el culo a golpe de espolón en cualquier burdel de carretera, humedeciendo mi posada ahuecada de mis sentimientos sin voz. Una copa a modo de bienvenida besando el costado de mi sombra, espantando los mosquitos con repliqueteo flamenco que no hace más que ayudarme a continuar en mi resistir.

Porque una vez alli alicatar el cantar poligonero siendo portada de mi suplemento dominical, suplicando desconcertado adivinar la respuesta a mi enigma, a la cruzada que iniciaste allá por la noche anterior. ¿Por qué no grabar en tu retina tan dulce escena? A veces me canso de ser el triste lapicero que imita a tu sueño despierto, para no llegar a la suela ni a un triste amuleto. Recurrir a los 40 duros huecos que encontré en tu trastienda para apoquinar en mi soledad.

Ya sé porque retumba la tierra a cada uno de tus pasos, aún sin acabar de zurcir las heridas de tus noches maldormidas, resquebrajas el suelo con abrumadoras envestidas, tus latidos surcando el cielo y cayendo a plomo, embriagando de nada la trenza de tu caminar y haciendo de ella, la nada, un ser latente a cada uno de mis vendavales.




No hay comentarios:

Publicar un comentario