domingo, 20 de febrero de 2011

Drip, drop. Resbalan las gotas de lluvia por mi cara mientras la luna me vigila. Noche perfecta para mis sentimientos, pero una noche sin ti.

Que duro está el suelo en estos momentos, que difícil se me hace ser la mula que tira del carro. Un carro que está cargado de risas y llantos, de corazones rajados, de soledades acompañadas por pulsaciones anónimas. Un camino entero de piedras preciosas, por el que me gustaría entretenerme contándote un millón de aquellas cosas, unas historias de resacas en las que tu eres la dueña. Como ha ocurrido hoy.

¿Por qué no volamos juntos sin miedo a que podamos caer? Ya me duelen los ojos de tanto mirarte, de tragar palabras que debían ser tuyas, a dejar en cuartos oscuros el olor de flores que ya olvidan cuando salen su propio olor, su pasión y su amor a la luz del día. Es muy duro sentirse sin valor, a tener miedo a la verdad, a ser pateado una vez y otra por la realidad. Todo son sueños de ratos que paso en camas desdibujadas, donde están continuamente durmiendo mis ganas de vivir. Rebotan mis huesos contra el suelo como esta lluvia que me está calando hondo. Lluvia que algún día quiero que sean susurros al oído.

Sin fuerzas de más, me entregaré como piedra a la corriente y dejar que me lleve al lugar donde acaban tus piernas.

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