domingo, 6 de febrero de 2011

Klink, Klank, Klonk. 8.13 a.m Amanece, las estrellas chocan los 5 a las nubes y los relevos comienzan. Ya han cerrado los bares, ando perdido. Un nuevo sol, una nueva ciudad. ¿Me van a recibir bien, junto a mi macuto, o van a reventar mi ilusión?

Os pido que no me saludéis, quiero estar cabeza abajo, reptar como un recuerdo, por si acaso solo veo pared. A partir de ahí, mi voluntad desnuda ya ha dejado sus trapos en otra costa, en un acantilado, donde ya sólo quedan las costillas del mar al tocar la orilla.

El sol solitario me iba matando, porque el jodido sabe que voy a contrarreloj, que no estoy aquí por venir, tengo un objetivo, que aún sabiendo que me está quitando el sentido, me hace revivir cuando me hago en mi cajón y correr veloz para no reír otra vez a solas. Tengo algo que hacer, naufragar por el asfalto, encallar en tu zapato y ganar esta partida de ajedrez. Me bebo mis preocupaciones, quemo mis vacaciones, porque me llenan a nada, he perdido mi inocencia que se largo junto a mi razón, y voy dejando las cenizas en mi camino para volver cuando todo esté en llamas.

Mira si es grande este marrón, esta maldita ciudad, que se hace inmensa sin avisar, estallando a tronar cuando va sobre ruedas mi canción, y cuando me pongo a cantarla a pleno pulmón, se me difumina el mapa, y nada le da la vuelta al timón..... salvo.....ESPERA, ¿qué es aquello que se asoma detrás de la ruinas de botellas de alcohol? Un último esfuerzo, va a ser por fin, la solución.

Los tumbos de mi vida me han traído hasta aquí, hacia ti. Harto ya de desayunar espinas sin sonrisas al despertar, doy patadas al despertador que hace que entre el resplandor cuando estoy agazapado bajo el edredón. Ya estas pisando mis charcos, se que me van a poder las ganas de pensar que se va a repetir el chasco, pero me has llevado a una nueva parada, donde la luna siempre está llena, y solo mengua a la par que tu melena.

Entre mis dedos de profeta, no voy a dejar que se largue tu idolatrada bragueta, aunque nos vayamos a otro planeta, y me niego a permitir que se te enrosque en el cuellos una estrella fugaz y te marches sin más. Que ya he dejado de contar estrellas, de memorizar caderas que arrasan con el tiempo mis trincheras, ya que ahora solo sigo ese lucero polar, que vi reflejado en el cristal de aquella copa del último bar.

Salte a la vía, seguías allí como una piedra preciosa y entonces el derecho juzgará el desenlace del tranvía sin despecho, allanando el camino al deseo de cambiar de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario