martes, 21 de diciembre de 2010

Zzzz, Zzzz...sueño que en un día te encontraré...

Un sueño profundo que me haga evadirme de la realidad, una droga otorgada a nosotros desde que somos parte de este mundo, que tenemos que disfrutar cada noche a las 12, cada tarde después de engullir un gran manjar, que nos sirve para construir un mundo nuevo, un mundo sin líos ni problemas, donde podemos pasar de ser reyes y buscar a nuestra princesa, montándonos nuestro propio cuento, a ser un trapecio esperando a nuestro trapecista nos balancee entre sus dedos.

Cada noche nos toca ser un personaje nuevo, montar un nuevo guión, reflejarnos en un nuevo espejo, que nos devuelve la imagen que queremos, y que incluso nos dibuja a la persona que también anhelamos.

Pero también hasta éstos pueden truncarse, convertirse en pesadillas cuando crees que todo va a ir bien, afortunadamente despiertas, sudando, nervioso y acojonado por el mundo en el que te ha tocado vivir en esa noche...

Y entonces cuando vas de la mano ya con la chica que has conseguido, la auténtica mujer de tus sueños, suena el maldito despertador, que te patea fuera del colchón y te hace saltar a la realidad. El problema es que cuanto más intentas recordar los sueños, menos te vienen a la mente, así que la mujer de tus sueños tiene que esperar un día y otro más, volviendo por al atardecer y desapareciendo al alba.

Zzzz, Zzzz, Cariño, ¿recuerdas aquel día que soñé contigo?

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho tu blog (: Por lo visto es nuevo, no? Jajaja, no pasa nada, ya verás como sigue adelante. Te sigo! :D
    Pasate y si eso, sigueme. Besosss ^^

    http://desahogategritayrespira.blogspot.com/

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  2. Es de libro de "León manso come mierda", del Kutxi. Espero que te guste :)

    Yo se porque retumba la tierra en cada
    uno de sus pasos,
    aun sin acabar de zurcir las heridas de
    sus maldormidas noches,
    resquebraja el suelo con atroces embestidas,
    sumido su corazón en el más absoluto de los ostracismos,
    sus latidos surcan el cielo y caen a plomo,
    se embriaga de nada y la nada trenza,
    haciendo de la nada un ser latente,
    y a mi, aunque inmóvil, nimiedad a su lado,
    me place ser polvo del rincón de sus penas,
    me enorgullece ser algo etéreo en su alma,
    amo y señor de sus perdidas miradas,
    cuidador de su corazón de mimbre,
    que, aunque arrecien los vendavales ,
    se doblará antes que partirse.

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