martes, 28 de diciembre de 2010

Pio, Pio, ¿quieres ser un pájaro y volar de aquí pa'llá y sentirte el puto capitán del mundo entero?

El placer que me supone revolotear, abandonando a tiempo el desecho creado por mis picotazos, dejarme llevar por el viento, volar lejos de aquí, porque ya estoy envenenado otra vez de un pigmento de ti, así que huyo...

Pero no puedo parar de dejar de volar, mis alas no me dejan vivir mi vida, marcar caminos con mi Z de zorro, ni a pararme en tus ramas a comer de tus frutos, ni nada, porque como ya digo, quiero sentirme el rey del mambo, pasando de aguiluchos que quieran dominar, mandarlos a tomar por culo, como me mando a mí de una patada.

Y cuando pienso si estos latidos tienen sentido, si también lo tiene pegarles un puñetazo a las agujas del reloj para hacer correr el tiempo y así olvidarte antes de que tú lo hagas, ser un hacha de los mil debuts, ir quemando trajes de princesas y quedarme con el cuerpo desnudo de ellas, entre mis alas.

Sin embargo todo no queda ahí, quiero seguir volando, volar y volar, más allá de las estrellas, hasta que ni las vea de lo arriba que estoy, aunque, por muy alto que suba, por allí andas tú, y, como a Ícaro, derretiste mis alas y me estrellé contra el suelo.

Por mucho que intente surcar una y otra vez el firmamento, estarás conmigo, a mi lado, dispuesta a darme lo peor, pero también lo mejor. Pio, pio cantas en mi oído... y otra ostia contra el suelo.

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